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A tres siglos del descubrimiento de la Isla de Pascua, siguen las mismas incógnitas

Medio siglo después de su descubrimiento, el explorador británico James Cook arribó a la isla con un indígena hawaiano que conocía la lengua de Rapa Nui, averiguando que sus habitantes se consideraban descendientes de quienes habían erigido los ‘moais’ hacía “veintidós generaciones”, según el libro ‘Grandes mitos y leyendas de la historia’.

“El nombre tradicional de esta isla, Rapa Nui, significaría ‘isla grande’ en el idioma de los antiguos habitantes de Tahiti. En el idioma autóctono, es conocida como ‘Te pito o te henua’, que significa ‘El ombligo del mundo’ y ‘Mata ki te rangi’, que equivale a ‘Ojos que miran al cielo’”, según la SUBDERE.

Esto es parte de la historia de la isla, reconstruida gracias a la investigación de la arqueología y la etnología, pero la mayor parte de su pasado permanece envuelto en misterio, incluidos sus monumentales y enigmáticos ‘moais’, que se han convertido en uno de los principales atractivos turísticos de Rapa Nui.

¿Quiénes habitaron esta isla perdida en medio del océano y extremadamente alejada de las tierras continentales en el siglo IV dejando después entre sus vestigios unas impresionantes filas de figuras humanoides o ‘moáis’ labrados en la toba (roca volcánica porosa), dejando muchas de ellas sin terminar, como se hubieran abandonado la tarea repentinamente?

¿Cómo se tallaron en la cantera de toba del volcán Rano Raraku esos cientos de gigantescos ‘moáis’ de medio cuerpo que representan a los ancestros de la cultura pascuense y cómo se trasladaron a sus emplazamientos distribuidos por toda la isla esas estatuas monolíticas, algunas de las cuales alcanzan los nueve metros de altura y pesan más de seis toneladas?

Estos y muchos otros hechos del pasado de la actual Isla de Pascua, es decir los detalles de la historia, cultura, vida y obra de sus antiguos habitantes, permanecen envueltos en el misterio.

Ubicada en el vértice oriental del archipiélago de la Polinesia, la Isla de Rapa Nui o Isla de Pascua, tiene una historia muy particular. Su extremo aislamiento favoreció el desarrollo de una cultura de rasgos únicos, según la Biblioteca Nacional (BN) de Chile, país al que pertenece este territorio insular.

Esta isla, situada en medio del Océano Pacífico, tiene una superficie de 163.6 km² y su población se concentra en Hanga Roa, capital y único poblado existente, precisa por su parte el Gobierno de Valparaíso, SUBDERE, región chilena en la que se localiza esta isla.

En la actualidad, la principal actividad económica pascuense es el turismo, puntualiza el Servicio Nacional de Turismo chileno, SERNATUR.

LOS PRIMEROS POBLADORES

Hacia el año 600, en una de las oleadas de la colonización de la Polinesia desarrollada por los navegantes procedentes del sudeste asiático, arribó a la isla un grupo de colonizadores desde las islas Marquesas, informa la BN.

El grupo habría estado encabezado por el ariki (rey) Hotu Matu’a, quien fundó el linaje dominante que controlaría en lo sucesivo el acceso a los puestos sacerdotales y políticos. Sus hijos fueron los ancestros de las distintas tribus, con un jefe supremo, el Ariki Mau, de acuerdo con esta fuente documental chilena.

Hacia el año 1,000, la sociedad de Rapa Nui alcanzó su apogeo y experimentó un fuerte crecimiento de la población, que habría alcanzado las 10,000 personas, comenzando a construir centros ceremoniales de culto a los antepasados, representados a través de gigantescas estatuas de piedra: los ‘moais’, según la BN.

El aumento demográfico habría intensificado la presión sobre los recursos y la competencia entre los linajes, y la situación llegó al límite, haciendo insostenible la cohesión interna y el equilibrio social, cuando la deforestación impidió construir embarcaciones que podrían haber aliviado la insuficiencia de alimentos, explican.

Así, a mediados del siglo XVII, o antes, estalló un conflicto en el que la mayoría de los ‘moais’ fueron destruidos por clanes rivales, tras lo cual vino un reacomodamiento que cristalizó en el culto a ‘Make Make’ (el Dios creador) y en la ceremonia del ‘tangata manu’ (hombre-pájaro), en la que los distintos linajes competían anualmente por el poder político, según la BN.

El ganador asumía un carácter sagrado, debiendo vivir aislado, en tanto que su grupo adquiría un poder despótico sobre el resto de la población, que incluía sacrificios humanos a los dioses para así asegurar el bienestar para el año, unas prácticas que renovaron constantemente las hostilidades entre los grupos, según consta en la Biblioteca Nacional de Chile.

EL DESCUBRIMIENTO

Finalmente, durante el siglo XVIII visitaron la isla los primeros navegantes europeos, que dieron a conocer Rapa Nui al mundo.

Uno de estos viajeros le dio a la isla su nombre actual: el navegante holandés Jacob Roggeween, que la descubrió el 5 de abril de 1722, fecha en que se conmemoraba el día de Pascua de Resurrección. Su nombre fue ‘Paasers’ en neerlandés, traducido a Pascua, en español, según la SUBDERE chilena.

Roggeween llegó a Pascua con su flota por casualidad cuando buscaba la legendaria Tierra de Davis, una fabulosa y presunta isla supuestamente llena de riquezas y situada frente a las costas de Chile, que había sido descrita por el corsario inglés Edward Davis a finales del siglo XVII, según National Geographic (NG).

El almirante Roggeveen y el capitán Cornelis Bouman partieron el 1 de agosto de 1721 con tres navíos y más de doscientos tripulantes, y el 5 de abril de 1722, pensando que había llegado a la Tierra de Davis, descubrieron la isla de Pascua, sorprendiéndose por las colosales esculturas erigidas en las laderas de la isla, los famosos ‘moais’, según NG.

“Dispuestas sobre sus cuerpos toscos, apenas labrados, destacan las imponentes cabeza imberbes de frente escasa, nariz larga, labios cerrados con rictus solemne y enormes orejas de lóbulos alargados, adornadas sus caras con grandes ojos de coral blanco y coronadas algunas por sombreros de toba roja llamados ‘pukao’”, señala el historiador Carlos J. Taranilla de la Varga, refiriéndose a los ‘moáis’.

Sobre la técnica empleada en su traslado a más de 15 kilómetros de distancia desde la cantera del volcán Rano Raraku debieron utilizarse sistemas de arrastre, quizá trineos, con las figuras boca abajo, siendo puestas en pie posteriormente por medio de cuerdas y troncos de árbol, que harían de palanca, señala Taranilla, autor del libro ‘Grandes mitos y leyendas de la historia’.

Aunque “lo más difícil de explicar es cómo serían capaces de colocarles encima los grandes tocados (‘pukao’) que, a modo de sombreros, coronan las cabezas”, según informa a EFE.

Algunos investigadores atribuyeron a los ‘moáis’ un carácter funerario, ya que se encontraron tumbas bajo los ‘ahus’, unos enormes pedestales sobre los que se yerguen.

En cuanto a los ‘moáis’ que no están dispuestos sobre los ‘ahus’, tienen la particularidad de contar con inscripciones grabadas a lo largo de su superficie, lo cual testimonia que los antiguos habitantes de Rapa Nui conocían un sistema de escritura y alcanzaron un grado de desarrollo superior al de otros pueblos polinesio, según el historiador Taranilla.

DESTACADOS:

+ El día de la Pascua de Resurrección, una de las conmemoraciones centrales del cristianismo y culminación de la Semana Santa, el navegante holandés Jacob Roggeween descubrió por casualidad hace trescientos años Rapa Nui, una remota isla volcánica en la Polinesia, actual territorio de Chile.

+ Se sabe poco sobre los primitivos habitantes de esta isla de origen volcánico y 163.6 kilómetros cuadrados, que según las investigaciones eran polinesios y habrían alcanzado un alto grado de desarrollo, aunque su cohesión social habría colapsado debido al crecimiento demográfico y la rivalidad entre los clanes.

+ Los ‘moais’, gigantescas cabezas de piedra volcánica que pesan toneladas quizá fueron arrastrados sobre trineos desde la cantera donde los esculpieron hasta sus emplazamientos, pero es difícil explicar cómo les colocaron encima los tocados pétreos que las coronan, según ‘Grandes mitos y leyendas de la historia’.

Por Ricardo Segura EFE/Reportajes.

Written by Redacción

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