Por Eduardo J. De La Peña
Hace poco más de una década los clubes de quads (cuatrimoteros les dicen también) de Saltillo y Monterrey, tenían un evento anual durante el fin de semana largo de febrero en que hacían un recorrido, por brechas, desde San Antonio de las Alazanas hasta Real de Catorce.
Los organizadores daban a los participantes dos opciones de ruta a seguir a partir de Galeana, Nuevo León, ir siguiendo la carretera 57, o atravesar por lo que llamaban “el valle de los perdidos”, nombre que no tenía en ese entonces una connotación relacionada con la seguridad pública –o la inseguridad—sino que hacía alusión a los motociclistas que se extraviaban por la gran cantidad de brechas que cruzan ese semidesértico paraje.
Por sus características geográficas ese “valle de los perdidos” que va desde Galeana, hasta Vanegas, San Luis Potosí, y que tiene múltiples caminos que conducen a comunidades de Coahuila y Zacatecas, ha sido durante años tierra de nadie.
El Ejército, la Guardia Nacional, las policías estatales de Nuevo León y San Luis, tienen retenes, pero todos están en la carretera 57, no los hay ni en las carreteras secundarias, ni mucho menos en las brechas.
Es una zona con la que muchos saltillenses tienen interacción constante porque allá desarrollan su actividad agrícola y ganadera. Pero también, en los últimos diez años se ha sabido de personas de nuestra ciudad, que aquí fueron secuestrados y allá se les mantuvo ocultos; a otros allá mismo se les plagió, y los asaltos son una nota común.
En diciembre, aquí lo comentamos, hubo en El Carmen, un ejido del municipio de Galeana, la detención circunstancial de un individuo al que en ese momento se sorprendió en posesión de drogas, pero al que ya detenido se le identificó como el cabecilla de una banda que cometió varios asaltos en la carretera y en ranchos ubicados entre Huachichil y San Roberto.
Lo peor, todos los productores del rumbo sabían que la banda se ocultaba en San José de Raíces, otro ejido de Galeana, y aunque lo denunciaron no se les hizo caso.
Fue en esa zona, en un rancho más cercano a Vanegas que a Galeana, donde ocurrieron los trágicos hechos del martes en que murió asesinado el empresario Lorenzo Mario González.
Referirnos al contexto no es algo meramente anecdótico, sino un llamado, sobre todo a las autoridades, a reconocer el entorno en que se dan los hechos y replantear estrategias.
Lo hemos insistido, también esa parte en que colindan al sur Coahuila y Nuevo León debe ser blindada, desplazarse del “valle de los perdidos” a la sierra de Arteaga y Santiago es posible por brechas y burlando los retenes. Hay ahí un flanco débil.
El retén de la Guardia Nacional en San Antonio de las Alazanas opera al mínimo y se mantiene en punto fijo. Del proyecto que había para construir en esa comunidad un cuartel, ya nada se ha dicho.
Es necesario que fuerzas estatales y federales tengan presencia permanente y hagan recorridos constantes por las brechas, para evitar que esas bandas delictivas que hoy asolan al valle de Galeana crucen la sierra e incursionen en Coahuila.
–o—
Desde la región Carbonífera llegan versiones de que la Comisión Federal de Electricidad está aplicando parejo a todos sus proveedores de carbón una penalización del veinte por ciento en el precio que paga por tonelada, porque no tiene en funcionamiento el laboratorio para analizar la calidad del mineral.
Está pactado en los contratos que el precio por tonelada será ajustado en función del contenido de ceniza y azufre y la humedad total. Pero por cada lote se debe hacer un muestreo que se tendría que analizar en el laboratorio de la CFE, incluso está previsto que si hay controversia intervenga un árbitro para validar las pruebas.
Ahora, sin pruebas de por medio, se van con la regla general de descontar un veinte por ciento, lo cual sigue siendo una ganga para los que entregan tierra o lamas, pero para quienes sí tienen un centro de producción y costos reales de operación, el trato es injusto.
Sin embargo nadie se queja ni alza la voz, pues saben que con la actual administración de la CFE, “copelas o cuello”.
Y adicional a ello, hay que considerar el daño que se genera a las turbinas de las centrales termoeléctricas de Nava al alimentarlas con carbón de baja calidad.
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