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Sigue la polémica en el atletismo con el caso de Caster Semenya

Caster Semenya se dirige este año al Mundial de Atletismo prácticamente sin posibilidad alguna de ganar.

Ayer, en Eugene, Oregon, la tricampeona mundial de los 800 metros correrá los 5 mil, en vez de su prueba predilecta.

No se le considera candidata seria a las medallas. Y es la primera vez que ello ocurre desde que comenzó a dominar su prueba hace más de una década.

La deportista sudafricana optó por disputar una carrera en la que no querría estar en realidad y en la que no es tan buena, puesto que se negó a someterse a las reglas del órgano rector del atletismo, que le exigían tomar tratamientos para reducir sus niveles de testosterona si deseaba correr los 800 metros.

Se trata de reglas que Semenya, por medio de un escrito de su abogado, considera “una afrenta contra el espíritu del deporte”.

Semenya nació, fue criada y se identifica como mujer. Presenta una condición intersexual llamada 46,XY. Se trata de diferencias en el desarrollo sexual, las cuales generan rasgos tanto masculinos como femeninos, así como un nivel de testosterona superior al de una mujer típica.

Se le prohibió competir en su prueba favorita luego de perder su apelación contra una regla del organismo World Athletics, la cual señala que las mujeres con su condición son inelegibles para algunas competencias.

La sudafricana no es transgénero. Pero su caso y los que involucran a otras personas con condiciones intersexuales parecidas, conlleva implicaciones relevantes sobre el trato y la clasificación para los deportistas transgénero.

Tanto la situación de Semenya como la lucha similar de Christine Mboma, medallista olímpica de plata en los 200 metros, ilustran lo complejas que son las reglas del atletismo respecto de la participación de mujeres que presentan altos niveles de testosterona, considerados por algunos una ventaja injusta sobre otras deportistas.

Las reglas, que serán replanteadas pronto, prohíben por ejemplo que Semenya y otras corran distancias de entre 400 y 1,500 metros a menos que reduzcan sus niveles de testosterona. Son libres para correr en otros eventos. Así, Mboma ha sido elegible para correr en los 200 metros, pero Semenya debe perderse los 800.

Mboma está lesionada este verano y no viajó a Eugene. No se esperaba que Semenya acudiera tampoco. De la nada, su nombre apareció en la lista de inscritas para la carrera más larga.

El tema de las mujeres transgénero en el deporte, relacionado aunque distinto, salió a la luz de nuevo el mes pasado, cuando los líderes de la natación realizaron su propio cambio de reglas. Prohibieron que las mujeres transgénero compitieran en certámenes de elite si no seguían un tratamiento médico que redujera su producción de testosterona antes de la pubertad o de cumplir 12 años, lo que ocurriera después.

Sebastian Coe, el presidente de World Athletics, mostró su apoyo a la medida tomada en la natación, y dijo que el organismo regulador del atletismo revisaría sus normas para finales de este año, probablemente para volverlas más estrictas.

Triple salto, triple oro. Esta vez no hubo récord mundial en una gran cita, pero sí un triunfo que la convirtió en tricampeona.

Y un público que le rindió pleitesía a su espectáculo.

Yulimar Rojas se apoderó de su tercer oro consecutivo en un Mundial de atletismo, al ganar la final con un salto de 15.47 metros, lejos de los récords del orbe que había impuesto durante sus últimos dos grandes eventos: los Juegos Olímpicos de Tokio el año pasado y el Mundial bajo techo efectuado en Belgrado recién en marzo.

“Tercer título mundial. Ha sido un día bonito”, dijo Rojas. “No te voy a decir que ha sido uno de mis mejores días de competencia porque no ha sido de esa forma, pero he dejado un buen registro. Sí es verdad que no la siento de esa forma en que sentí el Mundial de Belgrado, que lo hice con un récord, pero es muy especial, porque esta ciudad me trae muy buenos recuerdos”.

Written by Redacción

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