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Conoce la historia que inspiró la cinta mexicana ‘Heroico’

Santiago soñaba con ser piloto. Nació en Guadalajara, pero junto a su familia se mudó al Estado de México. La capital del país, a unos cuantos pasos, representaba una amplia oferta de carreras y aunque también quería ser biólogo y pasó el examen de la UNAM, las películas norteamericanas en donde los soldados son héroes sin capa, hicieron su labor y decidió aplicar para la Sedena, la carrera en el ámbito civil, era incosteable.

Y es que decidir a qué se iba a dedicar, le costó trabajo. Sin saber al monstruo al que se iba a enfrentar, Santiago no iba a claudicar en un sueño que se le metió entre ceja y ceja. No por nada el eslogan del clásico cinematográfico “Top Gun”, era Pasión y Gloria. “Cuando estaba en la preparatoria fue una etapa muy complicada, y es que no es nada fácil, en la vida de cualquier persona, saber a qué te vas a dedicar el resto de tu vida. A tan corta edad tienes que decidir cuál va a ser tu destino. Yo apliqué para varias universidades, el punto mío era salirme de mi casa, dejar la zona de confort”.

Aunque se trataba de un buen estudiante, fue una sorpresa para el aspirante que lo admitieron en varias universidades para las que aplicó. Pero cuando fue a conocer la Base Aérea Militar de Santa Lucía quedó fascinado. El estudiante cerró los ojos y se vio surcando los cielos, dejando una estela de humo muy cerca de las nubes: “Tengo que admitir que las películas gringas te meten la idea de que ser militar es lo más honorable que hay en el mundo. Así que fui a hacer mi exámen físico para la Sedena y cuando me llevaron a conocer la base aérea, me quedé petrificado, me enamoré y dije ‘wow’. Me impresionó su estructura, todo lo que tenían y dije ‘yo quiero estar aquí’. Si me admitían iba a ser una gran oportunidad porque no pagas nada. La Sedena te da una carrera que por fuera no la podría pagar nunca”.

Además de todo, Santiago lo tenía muy claro: “Suena mucho mejor cuando dices ‘soy piloto aviador’ que ‘soy biólogo”’. En teoría todo encajaba en sus sueños y más cuando recibió la noticia de que había pasado las rigurosas pruebas físicas, los exámenes y finalmente había sido admitido. Antes de viajar a Zapopan, donde se encuentra el Colegio de Aire, realizó su curso básico en el Heroíco Colegio Militar y ahí empezó a caerse el mundo de fantasía que había creado en su cabeza. Y aunque sabía de la dura disciplina y lo estricto del adiestramiento para adquirir “las virtudes militares”, jamás imaginó que la novatada se iba a extender por un año.

Un potro sería en lo primero en lo que Santiago se convertiría al poner un pie en el Colegio Militar. ¿Por qué potro? Porque los potros llegan briosos, llenos de energía, pero, según los veteranos, no entienden de rigor, disciplina y reglas. Para eso están los cadetes más longevos, para “enderezar” esas ramas que nacieron torcidas y para ello les dan un credo que no solo se tiene que aprender, sino que tienen que interiorizar al puro estilo del coaching coercitivo. Un mantra que los hará entender que ellos son menos que nada.

El credo, que además aparece en la película, dice lo siguiente: “Con su permiso mi excelentísimo Cadete de cuarto año que presente está. Solicito su autorización para empezar a degustar mis alimentos que la Nación me otorga aún sin merecerlos, ya que soy un vil, asqueroso y repugnante potro que se arrastra cual vil boa ante el altar de los dioses. Que no tiene derecho al aire que respira, a la luz solar y muchísimo menos a la luz eléctrica que paga el pueblo de México. Por mi culpa, por mi culpa, por mi rechingada culpa, por eso le ruego a mis cadetes antiguos que me chinguen y me rechinguen hasta hacerme un potro de fibra o hacerme desertar”.

Santiago vive en el Estado de México y su mamá lo visitaba cada jueves cuando estaba de interno para cursar su programa de adiestramiento. Cuando pasó este periodo aceptaron darle alojamiento a unos compañeros foráneos y fue ahí que la mamá de Santiago escuchó, de viva voz, las vejaciones de las que su hijo jamás le habló: “Eran como mis hermanos y estando en casa, ellos platicaban explícitamente todo lo que les pasaba. Cuando mi mamá me preguntaba yo decía ‘a mí no me ha pasado nada’. Mentía sobre los moretones que ya traía, inventaba que me había caído, decía que fue durante los entrenamientos, pero esa no era la realidad”.

Y es que cuenta Santiago que sus papás seguían teniendo idealizado el Colegio Militar y no quería asustarlos. Pero en la mesa de su casa, su madre escuchó de todo: “Mis compañeros le contaban cómo les doblaban tubos cuando les pegaban, también que los asfixiaron con bolsas de plástico, que les quemaban las uñas. Mi mamá no daba crédito y me preguntaba si yo estaba bien porque varias veces me cachó con moretones en muchas partes. Yo seguía diciendo lo mismo, que me caían en el cerro. Tratas de ocultarlo para que no se preocupen. Pero claro que me tocaron golpes con tubos, bolsas de plástico en la cabeza, que me quemaran las uñas con silicón, golpes de karate en el estómago o en las costillas”.

“Todo eso te deja una marca”, comenta Santiago y asegura que la forma que muchos compañeros superan esa violencia era saber que pasando un año, ellos le harían lo mismo a los de nuevo ingreso: “Es una cadena de odio, una violencia sin sentido. Ahora me iba a tocar replicar lo mismo que nos hicieron a nosotros y ahí fue cuando dije que no. Me gustaba bastante la carrera, incluso la disciplina de la formación, pero la violencia no es una forma de educar, se le puede dar estructura a una persona de una forma diferente”.

Y es que cuenta que el odio, las burlas, el sometimiento y los golpes con los que los trataban, lo justificaban diciendo que era para entrenarlos para que no se doblaran cuando, en el mundo real, la maña, un cartel del narcotráfico los hiciera rehenes: “Adentro se normaliza mucho eso porque pasa a diario. Y las pláticas en mi casa se hicieron más intensas y mi mamá escuchaba cuando mis compañeros platicaban cómo le destruyeron la rodilla a un amigo, cómo los ponían en el piso y les ponían el pie en la nuca, cómo a otro le fracturaron la cadera y ahora tiene una placa y siete tornillos. Ellos hablaban de cómo en el comedor del Colegio escuchábamos que decían ‘se murió un cadete’ y pedían un minuto de silencio y siempre lo manejaban que llegó enfermo y entre nosotros sabíamos que no había sido así. También hubo el caso de que a un cadete que, por tantos golpes, le sacaron un tumor en la pierna y que dejaron morir a otro de tanto golpe en el Heroico. Mucho de lo que pasaba era en las horas de ocio, de pasar del entrenamiento a las ‘actividades administrativas’ en los dormitorios”.

Antes de ser obligado a ponerle una mano encima a sus compañeros de nuevo ingreso, Santiago, con todo el dolor que significaba truncar sus sueños, decidió desertar y poner un alto a la violencia y ser parte del cambio. Otra de sus grandes motivaciones fue cuando su madre le externó que tenía miedo que un día pasara lo peor: “Mi mamá estaba muy preocupada. Me dijo que no soportaba la idea de que un día le llamaran y le dieran la noticia de que yo estaba muerto”.

Ese fue el punto de quiebre de Santiago y decidió darse de baja, porque sabía que dar parte a las autoridades escolares iba a quedar en nada, pero jamás imaginó que iba a ser algo tan difícil: “Adentro del Colegio te meten mucho la idea de estando dentro lo tienes todo y eres el mejor por estar ahí. Te hacen ver que afuera no tienes nada, no eres nadie. Y entonces pasé por un cuadro de depresión bastante grande que duró seis meses aproximadamente. No salía, me la pasaba todo el tiempo acostado, no quería hacer nada. Estuve a nada de reincorporarme porque no encontraban mi lugar en el mundo civil. Luego supe que era parte del ‘coco wash’ que nos van haciendo”.

Luego de meses de no encontrar la puerta, Santiago revisaba sus redes sociales y se topó con un casting para un película que no pedía experiencia en la actuación, pero si en el servicio militar. Cuando se lo platicó a su mamá, ella lo alentó a que lo hiciera, ella pensó que era la mejor manera de salir de la depresión.

Luego del éxito de su ópera prima, el director David Zonana llevaba tiempo trabajando en este filme que tiene como productor a Michelle Franco, un director de culto que ha denunciado, a través de su cine, la normalización de la violencia en México. La película, el personaje y la historia de “Heroico”, parecían la biografía de Santiago y el director de casting así se lo hizo saber a los minutos de haber visto el casting que mandó.

“Veo una publicidad de un casting que busca gente con experiencia militar y le dije a mamá y me dijo, ‘pues aprovecha para que salgas y vayas a la ciudad’. Mandé mis datos y el director de Casting que es Eduardo Girallt, me marca y me dice: ‘Acabo de ver tu correo, me acabas de salvar la vida. Puedes venir a un casting presencial’. Yo creía que se trataba de una estafa y hasta un amigo me acompañó. Llegando estaba otro compañero que había ido conmigo al Colegio y me empecé a sentir más seguro”.

Fueron tres meses de ir sábados y domingos a castear a la Colonia Roma y un día le marcan y le dan una noticia que no esperaba: “Oye, le estás gustando a David para el papel principal, pero está entre un actor profesional y tú”. Santiago no lo podía creer, de pronto todo se estaba acomodando en su vida y ahora hasta en actor de cine se iba a convertir. “Pasó un tiempo y de pronto me marcan y me dicen ‘Santiago, tienes el papel principal’, David ya se decidió y te va a couchear la actriz Mónica del Carmen, quien además hace de mi mamá en la película. Ahí empecé a ir cada fin de semana a su casa a clases de actuación y ella no sólo me preparó para la película, me dijo, ‘tienes un talento especial. Te voy a couchear para cualquier proyecto que te llamen después de esta película’. Su preparación fue algo más completo, no sólo para interpretar el papel de Luis, sino también para entender un poco como crear un personaje, como enfrentarme a una mesa de trabajo como actor. Ella hizo un trabajo maravilloso, le agarré mucho cariño a Mony”.

Si no conociéramos la historia de vida de Santiago, pareciera como si Luis, el personaje que interpreta, está basado en sus vivencias. “Heroico” retrata la travesía de un joven mexicano, que, en búsqueda de una mejor educación y seguridad social para él y su madre, entra al Colegio Militar, donde es sometido física y psicológicamente hasta ser moldeado por el sistema y transformado en un soldado perfecto. Sin embargo, durante su formación, Luis será víctima y victimario en situaciones que pondrán al límite su salud física y mental en un contexto hostil y violento común a las instituciones castrenses del país.

“Cuando me salí del Colegio Militar todo fue muy hermético, toda la familia de mis papás me cuestionaba y yo no quería hablar del tema. Hacer la película fue mi terapia, ahora ya puedo contar explícitamente lo que me pasó. Fue muy catártico hacer este personaje y las escenas fueron muy sencillas, sobre todo porque al hacerlas no había que volver a los dormitorios del Colegio, volver a la vida real. Pero las escenas de violencia en contra de animales, en contra de niños, la verdad si las sufrí bastante porque yo no soy así. Aunque creo que reflejan muy bien la realidad, porque adentro ves ese grado de deshumanización de los estudiantes. Muchos militantes que yo conozco sí llegan a tener esas conductas como bastante erráticas con su familia y en su vida cotidiana. Yo mismo explotaba por cualquier cosa, me enojaba muy fácil. Y lo he visto con amigos que siguen dentro, por cualquier cosa quieren generar violencia. Traen toda esta furia que les genera el ser golpeados, de sufrir violencia y la sacan a la menor provocación”.

Y aunque el estreno de la película y su paso por prestigiosos festivales alrededor del mundo le mostraron a Santiago la parte glamurosa del cine, en donde asistió a innumerables alfombras rojas, entrevistas con periodistas de renombre y proyecciones en países que jamás se imaginó visitar, también tocó fibras sensibles y la verdad que muestra la pantalla caló hondo en quienes siguen siendo parte o son veteranos del Colegio Militar. Las redes sociales se llenaron de insultos cuando en México se estrenó la película. Pero al salir a dar la cara, dar entrevistas y hablar de su experiencia como estudiante, los insultos se convirtieron en amenazas y la fiesta por el estreno de esta gran película se tornó oscura y llegó la preocupación.

Los reclamos que le hacían iban en múltiples direcciones: Que si no estaba hecho para la vida militar por qué ingresó al ejército, a Santiago lo acusaron de desleal, desertor, débil, llorón y no haber forjado el carácter. Vaya, lo menos que le dijeron, en una instituación deonde abunda la homofobia, fue homosexual. Los mensajes justificaban la violencia con palabras como disciplina, obediencia, servicio a la patria y tener nervios de acero. Pero muy pronto las ofensas se convirtieron en algo más y a este jóven de 22 años le llegaban amenazas que decían: “Ya te tenemos ubicado”, “te vamos a levantar”, “vas a pagar caro lo que hiciste”.

La película ha generado conversación y ha tocado y puesto los reflectores a una institución intocable. No por nada el director puso manos a la obra y blindó a su elenco. Primero acudieron a respaldarse con “Artículo 19”, una organización fundada en 1987 de ámbito internacional que defiende la libertad de expresión y el derecho a la información. Luego fueron a la Comisión Nacional de Derechos Humanos y siguen sumando voluntades para garantizar la seguridad de quienes participaron en el filme. “Estamos asociados con ellos por cualquier cosa que pudiera pasar, tener esta comunicación. Hay que estar atentos porque yo he recibido amenazas y David también. Hemos recibido mucha furia de parte de los militares”.

Por otro lado, la vida de Santiago tuvo un feliz giro que jamás hubiera imaginado. Su rostro, su carisma y su sensibilidad llenan la pantalla y no por nada ya tiene una propuesta de película y forma parte de dos cortometrajes que se están realizando. El cine llegó para quedarse a su vida y mostrar su verdad al mundo ya le está dando su recompensa: “Me impresionó mucho ver la película en pantalla grande. Fue algo muy interesante. Además me sentí satisfecho porque aborda lo que pasa dentro del Colegio Militar y me gusta la idea de ser parte del cambio. Yo no daba crédito cuando en los festivales de cine se me acercaba gente y me pedían perdón por creer en las instituciones militares. También muchos exmilitares se me han acercado y me cuentan lo que vivieron. Imagínate lo que pasaron, que me han llegado a decir que lo que muestra la película no es nada comparado con lo que vivieron adentro. Yo estoy feliz con la película porque creo que la deshumanicación y la tortura no es la manera de educar a las personas que van a servir a la patria”.

¿DE QUÉ TRATA?

“Heroico” cuenta la historia de Luis, un adolescente mexicano que entra al Heroico Colegio Militar. Ahí es sometido física y psicológicamente hasta ser moldeado por el sistema y transformado en un soldado perfecto. Sin embargo, en su andar por el Heroico Colegio Militar, Luis será víctima y victimario de situaciones que pondrán al límite su salud física y mental en un contexto donde la violencia en las instituciones militares rebasa cualquier límite.

PRODUCCIÓN Y ELENCO

La dirección y el guion de la cinta corren a cargo de David Zonana, quien fascinó a la crítica con su ópera prima, Mano de obra. Esta es apenas su segunda producción, pero decidió continuar en la misma línea de historias ambiciosas. El reconocido Michel Franco (Nuevo orden, Después de Lucía) funge como productor de Heroico.

Para dar vida a Luis y sus compañeros del Colegio Militar, Heroico cuenta con las actuaciones de un grupo de intérpretes jóvenes que se mezcla con otros histriones más experimentados. Fernando Cuautle (Nuevo orden), Mónica del Carmen (Una película de policías), Isabel Yudice (La flor más bella), Esteban Caicedo (La diosa del asfalto), Carlos Gerardo García (conocido por sus trabajos como director de fotografía) y el debutante Santiago Sandoval, ex cadete del Colegio del Aire, conforman el elenco.

Written by Redacción

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