in , ,

Un día en Dinamarca (en el IMSS)

Por Luis Guillermo Hernández Aranda

La cita en la Clínica de Especialidades 71 del Seguro Social era a las 9 de la mañana del miércoles. A esa hora se le haría a mi Guicho un electroencefalograma. Sin embargo, muchos conocidos me recomendaron llegar con tiempo. Era mi primera vez en el IMSS en estos menesteres, sin embargo, iba confiado porque de acuerdo al presidente nuestro sistema de salud ya es como el Dinamarca, así que nada podía salir mal.

La estrategia comenzó desde el martes por la noche. Había que desvelar a Guicho para que se dejara hacer el estudio, en otras ocasiones en consultorios particulares mientras dormía le colocaban los cables para analizar su actividad cerebral.

De esta forma el martes por la noche toqué guitarra con él hasta casi la 1 de la mañana. El miércoles nos despertamos a las cinco de la mañana. Mi esposa y yo estábamos confiados que con esa estrategia no tendríamos problema para realizarle el estudio. Además, en Dinamarca, cómo en todo el primer mundo, siempre hay soluciones para todo.

Dejamos a las 7:30 de la mañana a mi otro hijo en su escuela y nos fuimos confiados al Seguro Social. Debo confesar que se me hizo raro que me pidieran un CD para grabar el estudio. ¿Será una práctica recurrente en Dinamarca que los hospitales no tengan insumos?

Llegamos y para variar todos los lugares reservados para discapacitados estaban ocupados por personas que no portaban placas especiales. Bueno la mala cultura de los ciudadanos de Torreón no es culpa del sistema de salud de primer mundo diseñado por la 4T.

Al intentar entrar a la clínica una policía nos dijo que no podíamos pasar mi esposa y yo, sólo uno de los dos. La razón: la doctora no había puesto en la orden del estudio la petición de que pudiéramos ingresar a la clínica ambos. Tenía que especificar que mi hijo tiene parálisis cerebral, 14 años y pesa 25 kilos. Aunque su condición es evidente la policía necesitaba por escrito todos los detalles.

Finalmente, algo tocó su corazón y entramos a la clínica de especialidades. Una nueva sorpresa nos esperaba: de los dos elevadores solo funcionaba uno, por lo que la fila para usarlo era bastante larga.

Otra persona del IMSS nos dijo que sólo mi esposa o yo podíamos subir en el elevador con nuestro hijo. Así que subí al cuarto piso usando las escaleras. Me pregunté ¿será una estrategia importada de Dinamarca para obligarnos a hacer ejercicio?

Ya en el cuarto piso nos indicaron nuestro turno. Pasaríamos al estudio a las 11 de la mañana, es decir dos horas más tarde de lo programado. Pensé: Dinamarca no tiene la puntualidad de los ingleses.

En la sala el calor era agobiante, los baños descompuestos, sin jabón y en algunos lavabos el agua era una ilusión. Finalmente ingresó mi Guicho a realizarse el estudio el cual no fue posible por falta de condiciones del hospital para poder atender a un joven con discapacidad. Una mañana perdida en una clínica del IMSS que está muy lejos de ser Dinamarca.

Written by Redacción

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ediles aprueban ajustes de valores unitarios en uso de suelo y construcción

Endeudamiento histórico