Redacción
Por Luis Guillermo Hernández Aranda
El martes fue un día triste. Poco antes de entrar al noticiero me enteré de la muerte de José Agustín. Sentí que había perdido a un amigo, a un compañero de viaje, a alguien que siempre a través de su obra me gritó, nos gritó, sé rebelde.
Cursaba la carrera de Comunicación en la Ibero en la década de los 90 cuando descubrí la literatura de José Agustín, de la cual inmediatamente me hice fiel seguidor.
Poco antes de terminar la carrera la sociedad de alumnos organizó un ciclo de conferencias donde el principal exponente fue precisamente el autor de La Tumba. El tema a tratar fue el de la contracultura. En su ponencia habló del rock, de los hippies, el punk, la poesía beatnik y muchas manifestaciones alternativas más, las cuales afirmaba José Agustín bien podían ser explicadas con I cant get Satisfaction de los Rolling Stones.
Ya egresado de la carrera y como reportero de la sección de Cultura del periódico La Opinión hace más de 20 años, tuve la oportunidad de conocerlo. La cita fue en el restaurante La Majada y en teoría iba a tener unos minutos con el autor De Perfil mientras le servían la comida.
La realidad fue otra. Terminé en tremenda borrachera con mi héroe literario y salimos del restaurante después de las 6 de la tarde tras platicar varias horas de The Cure, Radiohead, Kerouac, Borges. Una experiencia alucinante en todos los sentidos.
Hay autores que tienen la virtud de ser leídos de una sola sentada. Uno de ellos es José Agustín. Sus libros son tan amenos que obligan a lector prácticamente a devorarlos. Exponente del movimiento literario conocido como La Onda, José Agustín publicó su primera novela La Tumba a los 16 años gracias a la intervención de Juan José Arreola.
A partir de ese momento inició una carrera en las letras donde lo mismo ha abordado la novela, el cuento e incluso el ensayo. A pesar de las diferencias propias de los géneros literarios, en los textos de José Agustín siempre está presente la ironía, el humor, el erotismo, la libertad de “deformar” el lenguaje y por supuesto el rock. Prueba de lo anterior son novelas como Ciudades Desiertas, Dos Horas de Sol.
Un autor como José Agustín corría el riesgo de ser encasillado como un autor destinado a ser sólo leído por los jóvenes e incluso no ser tomado muy en serio por aquellos que se dicen intelectuales. Sin embargo, con el paso de los años este escritor nacido en 1944 y que pudo presumir haber sido novio de Angélica María cuando la cantante de Edy, Edy era de las mujeres más deseadas del país, supo reinventarse.
El martes se fue José Agustín, nuestro padrino literario como lo definió el también escritor Daniel Salinas. Se fue el escritor favorito de toda una generación, tan impactante como Bowie y tan rebelde como los Rolling.
